Después de que Javier ha presentado mi espectacular actuación en
Utebo; no me queda otra que puntualizar una serie de extremos en los
que no ha estado muy afortunado.-
Ya quedamos con anterioridad que nada de “cross”; diga lo que
diga la Real Academia de la Lengua, que últimamente parece que está
perdiendo el norte y acepta cualquier cosa. Así que ni hablar de
“Cross de Utebo”. ¡No señor!. Se dice Vigésimo Quinta Corrida
a Través del Parque de Utebo (Parque de Las Fuentes se llama, si
queréis más detalles); y ¡Si!, es solo “de Utebo”, porque lo
organizan en Utebo y se celebra en Utebo. Ya se que para las mentes
imaginativas es poca cosa, pero a los que vivimos con los pies en la
tierra esta claridad nos encanta.-
Pero vamos ya a lo que nos importa que es el desarrollo de la
corrida. Visto desde ese lado del ordenador; solo con las dos fotos
colgadas y las clasificaciones parece todo muy sencillo. Pues nada de
eso; fue una verdadera batalla contra los elementos la que tuve que
mantener para conseguir esa sexta plaza. Pero claro; como me dejáis
solo por esos mundos, luego no me queda mas remedio que contar la
realidad de las desgracias que me rodean sin testigos que corroboren
mis relatos; relatos que no pueden ser más fieles a la realidad.
¡Ah!; y se perfectamente que algunos no me creen; que piensan que
exagero; ¡”pobrecicos”!-
¡Bueno!; al lío. Sois muchos los que me habéis contado que en
Teruel pasasteis mucho frío, que el día estaba muy feo, que si
mucho aire.......... ¡Aire!, ¡¡mucho aire!!, ¡¡¡dices tu de
aire!!! ¡¡¡”paaire” el cierzo en Utebo!!!. Al llegar al final
de la recta larga, para no salir volando hacia atrás, te tenías que
tirar en plancha al suelo y seguir arrastras hasta ganar la curva. Y
aunque podría parecer lo contrario, la bajada a favor del viento
tampoco era mejor; el oleaje levantado por el cierzo en el Ebro
golpeaba con tal fuerza en la vía del tren (que corre paralela al
parque) que cortinas inmensas de agua caían en el camino que
llevábamos, con gran riesgo de ser tragados por el río al retornar
a su cauce natural. Imaginaros como sería la fuerza del viento que
el río está casi a dos quilómetros en línea recta del parque y
aún así llegaba el agua a la parte norte (si habéis visto los días
de temporal este invierno en el Cantábrico por televisión os
podréis hacer una idea de los que hemos pasado).-
Y
aquí es donde llega mi gloriosa gesta personal. Me diréis que las
condiciones eran las mismas para todos. ¡Bueeeeno! ¡Eeeehhhhpsssiii!
En principio eran para todos iguales; pero nos olvidamos de lo que
más tememos los deportistas de élite cuando el aire sopla con
fuerza: los abanicos; ¡los temibles abanicos! Y que contra ellos no
hay quien pueda; cualquiera se puede quedar cortado y que ves que el
grupo de delante se va yendo poco a poco y que no hay manera de
alcanzarlo. ¡Anda y que no hay ejemplos de campeones del ciclismo
que han sufrido inesperadas derrotas por estar mal colocados en uno
de estos abanicos!.- Yo, que me temía algo así, y como carezco de
ayuda en estas ocasiones, conseguí convencer a Miguel Indurain y a
Perico Delgado, viejos amigos de juventud, para que me echaran una
mano, mejores expertos no podía encontrar, y como no podía ser de
otra manera, ahí los tenía en sus bicicletas.- Salimos todos
“junticos” y todo iba bien, la prueba se iba desarrollando con
cierta tranquilidad, protegido por mis “escoltas”, hasta que a
mitad de la recta larga, en la segunda vuelta y yendo en la cabeza
del pelotón tuve la desgracia de pinchar una zapatilla. Aunque el
mecánico que iba en el coche de apoyo me cambió la zapatilla en
unos pocos segundos, y aunque Miguel y Perico se quedaron a
esperarme, entre ponte bien y estate quieto nos caímos al segundo
grupo que se había formado y ya no hubo manera de enlazar con el
pelotón de cabeza.- Indurain y Perico tiraron de mi hasta la
extenuación, pero pese a ello tuvieron que abandonar exhaustos la
terminar la última recta larga. Así que me tuve que conformar con
esa sexta plaza, y con el triste honor de encabezar ese segundo
grupo.-
Ahora
diréis que vuelvo a exagerar. Menos mal que esta vez tengo pruebas;
si miramos las clasificaciones vemos dos cosas que corroboran mis
palabras: Una que entre el anterior a mi en la meta y yo hay casi un
minuto, justo el tiempo que separa los dos grupos que se formaron por
el viento. Y la otra es que no veréis en la clasificación ni a
Miguel Indurain ni ha Perico Delgado; prueba clara y contundente de
que abandonaron la prueba.-
En
fin; con esta jornada he terminado por esta temporada la Copa Aragón
de Corridas a Través del Campo. La temporada que viene, ¡volveré!.-
Hasta
pronto.-
Pepe
Español.-
1 comentario:
Pensaba yo que los "abanicos" eran para darte aire al final de la corrida.
Un crack, estas hecho un crack.
Manolo.
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